Día Internacional de la Mujer

Cada 8 de marzo se celebra el Día Internacional de la Mujer, día en el que se conmemoran los logros políticos, sociales, económicos y culturales de las mujeres de todo el mundo. También es un día para tomar conciencia sobre los prejuicios de género y pedir igualdad para ambos sexos.

Ante todo, es fascinante e instructivo saber que el Día Internacional de la Mujer ha existido durante más de un siglo, comenzando en 1911. Otro dato interesante para tener en cuenta son los colores que simbolizan esta gran ocasión. El morado, el blanco y el verde representan el Día Internacional de la Mujer. El morado significa dignidad y justicia, el blanco pureza y el verde esperanza.

Violencia contra la Mujer

Muchas mujeres y niñas han sido víctimas de la violencia en todos los países, continentes y culturas. Los delitos contra las mujeres se producen en forma de violencia doméstica o sexual, y aumentan día a día. Uno de los más comunes es la violación. Hoy en día, la violación ha sido utilizada por criminales como instrumento de guerra contra mujeres y niñas en diferentes partes del mundo. Esto constituye una falta de humanidad de primer orden.

Las encuestas más recientes han demostrado que un gran porcentaje de mujeres sufren en silencio debido a la violencia sexual, de la cual en un momento dado u otro han sido víctimas.

Los delitos de violencia sexual, así como la violación, la prostitución forzada y otros actos sexuales coercitivos, van contra la normativa internacional de los derechos humanos y contra la legislación nacional.

Muchos países han ratificado tratados internacionales para garantizar la protección de las mujeres y las niñas. La Declaración sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer (1993) reconoce que dicha violencia infringe los derechos humanos. El Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional también considera los delitos de violencia contra la mujer como delitos de guerra y delitos contra la humanidad. Según esta ley, “la violación, esclavitud sexual, esterilización forzada o cualquier otra forma de violencia sexual de gravedad comparable” se consideran delitos de guerra. Si estos actos se producen como parte de un ataque generalizado o sistemático contra una población civil, supondrían delitos contra la humanidad. “La mayoría del 70% de las víctimas no combatientes en los últimos conflictos han sido mujeres y niños” (Asamblea General, Estudio a fondo de todas las Formas de Violencia contra la Mujer: Informe del Secretario General, 2006)

A pesar de que la violencia contra la mujer está muy extendida hoy en día, se considera que es el delito más común pero menos castigado a nivel mundial. También se ha detectado que las mujeres han sido excluidas y maltratadas durante mucho tiempo. Un estudio de la OMS constató que entre el 23 y el 49 por ciento de las mujeres sufrían violencia a manos de sus parejas en muchos países.

Un hecho significativo a tener en cuenta es que las mujeres son estigmatizadas cuando alzan la voz. De hecho, en algunos países, la violencia contra las mujeres se considera una práctica normal. La violación, el maltrato doméstico y la mutilación genital acaparan los titulares de los periódicos, pero apenas se hace nada contra los autores ni se frena la repetición o proliferación del delito.

Una gran paradoja es que muchos países han aceptado la cruzada internacional contra la violencia hacia las mujeres. Sin embargo, algunos no la han aplicado donde más importa: en la vida cotidiana de las mujeres de todo el mundo.

Una Misión Global

Ahora viene la pregunta. ¿Cuál es la responsabilidad mundial ahora? La liberación del colectivo femenino es una responsabilidad conjunta. El principal deber que tenemos que cumplir todos juntos es intentar por todos los medios que un liderazgo decisivo y reflexivo, combinado con un compromiso sostenido para acabar con esta violencia atroz, lleve a los autores ante la justicia.

La Corte Penal Internacional fue puesta en marcha para perseguir los crímenes cuando las naciones no estaban dispuestas a garantizar la rendición de cuentas. Se trata, en efecto, de un paso encomiable y positivo para reducir y frenar el índice de violencia, sexual o doméstica, contra las mujeres y niñas. La aplicación de principios y métodos para frenar dicha violencia no debe ser exclusiva de los delitos graves. También debe repercutir y aplicarse a las infracciones cotidianas de los derechos humanos. Por lo tanto, corresponde a los países del mundo hacer todo lo posible para garantizar que todos los delitos de violencia contra las mujeres y niñas sean perseguidos.

Conclusión

Un hecho indiscutible es que las mujeres son componentes fundamentales de nuestra sociedad, y deben tener voz en la comunidad. Muchos grupos y organizaciones de diferentes países han realizado numerosas campañas contra la violencia hacia las mujeres y niñas. Por consiguiente, será un gran beneficio para el mundo en general si todos, como individuos, familias, comunidades y países, podemos ofrecer nuestro apoyo a estos grupos y campañas, y asumir como una responsabilidad colectiva el detener la violencia contra nuestras mujeres y niñas.